Celebraciones Litúrgicas

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Sin duda no podemos dejar de solicitar como Iglesia, como comunidad de creyentes, a las autoridades correspondientes que queremos que la ley nos dé una sociedad más pacífica donde podamos vivir con más serenidad. No es un hecho aislado la muerte de nuestro hermano, se suma a una cadena cada vez más grande de muertes violentas.

Como comunidad, la Iglesia está siempre trabajando por llevar el evangelio de Cristo a nuestros hermanos, por enseñarles a todos los seres humanos a vivir como hermanos, a respetar el valor esencial de la vida, a promover una vida digna, yo creo que esa palabra de Dios fue proclamada valerosamente por Luis Velázquez, creo que como comunidades lo vivieron, como presbiterio podemos recordar ese valor, esa vinculación que él siempre buscaba del evangelio con la vida que estaba empeñado en algunos momentos de crear conciencia de todo aquello que no coopera para la manifestación de una sociedad donde reine el bien común, donde reine la paz, donde reine la justicia. Recordamos sus homilías que muchas veces nos llamaba a tomar conciencia de esta búsqueda común del bien que debe impregnar a toda sociedad auténticamente humana.

Yo creo que si hubieran preguntado a Luis que si era conciente de que con todos los habitantes de nuestra cuidad podría el ser víctima de esa situación de estructura de pecado, de la cual hablaba en sus homilías, él hubiera dicho que sí. Así como él, todos estamos expuestos en una sociedad como la nuestra a estar muchas veces en medio de la violencia.

Es cierto sin duda este hecho doloroso, como el que hoy tenemos, nos habla de que requerimos un esfuerzo común de todas las instancias de una sociedad, de todos los actores sociales para construir esta civilización del amor a la cual nos invita la Iglesia, para construir el reino al que Jesús nos invita ya desde ahora.

No podemos permanecer indiferentes ante estos signos que sin duda reclaman a nuestra sociedad no es valido como creyentes desatendernos de lo que sucede a nuestro alrededor, esa fue la actitud de Caín que le dio a su hermano y que dijo "acaso soy yo el guardián de mi hermano". El Padre Luis sabía perfectamente que el proceso de construcción de la Iglesia alzado por el espíritu pasaba por pequeños grupos, por la familia; por eso se entregó fuertemente por las comunidades de las que el tanto gustaba compartir, tenía grandes esperanzas. El quiso transformar su entorno en su comunidad parroquial con la fuerza del evangelio y en ello estaba comprometido pastoralmente y deseaba multiplicar esas comunidades con las cuales él trabajaba y oraba.

Dios quiera que ese proceso siga adelante, que la comunidad que el presidió vea en este suceso un aliento para empujar más detenidamente el proceso evangelizador.

Dios quiera también que a nosotros como presbiterio nos haga conscientes cada vez más de la dimensión social del evangelio, que nos haga capaz de proclamar con valentía el mensaje social de nuestra Iglesia. Sabemos que no siempre es fácil, pero sabemos también que es nuestra responsabilidad; la caridad, la prudencia, la llamada a la conversión e invitar a todos a participar de esta alegría de ser miembros de la familia de Dios y en consecuencia de purificar muchas actitudes que no van de acuerdo con el evangelio.