Detener nuestro camino para agradecer. Unidos a las familias de la Comunidad que celebran el Día de Acción de Gracias.

Fue en el otoño de 1621. En Plymouth, Massachusetts, tras una rica cosecha, los hombres, mujeres y niños que habían sobrevivido el primer año en el Nuevo Mundo se reunieron para un banquete y dar gracias. Uno de los peregrinos escribió en ese entonces: “Por la bondad de Dios, estamos muy lejos de la miseria”.

 Nos unimos especialmente a todas las familias de nuestra comunidad, amigos, y feligreses que han acogido en el interior de su vida familiar, de sus celebraciones y de sus tradiciones familiares la Cena de Acción de gracias, para que con la luz encendida del Creador iluminen sus corazones y su interior. Que esta celebración sean una oportunidad de fortalecer los lazos familiares,  renovar la fe y sentirse comprometidos por compartir con los más necesitados.

Estas celebraciones nos unen a la oración más grande ante el Creador decir con el corazón con la vida ¡Gracias! Pues de la gratitud a Dios nace la gratitud a los prójimos. Pues como aquellos peregrinos no estaban agradecidos por haber sobrevivido, sino quizá hayan sobrevivido… porque eran agradecidos.

 Unidos en la oración por sus Familias

La Comunidad Parroquial