Tú has puesto e nuestras manos, Señor,
la construcción del mundo
y la edificación de la iglesia:
nos has confiado el anuncio
de tu Evangelio de Salvación,
y nos esperas siempre,
en los pobres, en los que sufren,
en todos los hermanos.
Ante nosotros se abren muchos caminos
entre ellos, tu llamada:
es una invitación dulce y enérgica
que no quita nada a nuestra libertad.
¡Queremos reservarnos enteramente la alegría
y la responsabilidad de la respuesta!
No permitas que personas,
ideas o acontecimientos
impidan o instrumentalicen
nuestras opciones y decisiones
Haz más grande nuestra generosidad
TU liberta nuestra libertad:
para que cada uno de nosotros, en su puesto,
quiera darse con amor hasta el fin.
Amén