¿Que me sucederá hoy, Dios mío? Lo ignoro. Lo único que sé es que nada me sucederá que no lo hayáis previsto, regulado y ordenado desde la eternidad.
¡Me basta esto, Dios mío, me basta esto! Adoro vuestros eternos e imperecederos designios; me someto a ellos con toda mi alma por amor vuestro. Lo quiero todo, lo acepto todo, quiero haceros de todo un sacrificio.
Uno este sacrificio al de Jesús, mi Salvador y os pido en su nombre y por sus méritos infinitos la paciencia en mis penas y una perfecta resignación en todo lo que os plazca que me suceda.
Amén.
Beata Isabel de Francia (1225 - 1270)